Dame un punto de apoyo y moveré la tierra.

Dame un punto de apoyo y moveré la tierra.

somos agua pero todavía morimos de sed, aire pero aún no sabemos cómo elevarnos, fuego pero incapaces de dar calor, tierra pero nos asusta volver a ella, somos dioses con complejo de hombre, capases de crear un universo unicamente nuestro,pero nos falta amor, y fe.

La Ley Eterna del Amor

ÁMAME SOBRE TODAS LAS COSAS Y A TU HERMANO COMO A TÍ MISMO
"Ámame en el mendigo escuálido y harapiento, que tiende a tu paso su descarnada mano implorando socorro...!

"Ámame en el huérfano abandonado, a quien sorprende el sueño en los caminos cubiertos de nieve, sin techo y sin pan...!

"¡Ámame en el anciano desvalido, cuyas manos tiemblan apoyadas en una vara de encina, a falta de un brazo amigo en quien descansar...!

"Ámame en el presidiario, en el condenado a cadena perpetua, para el cual no existe la familia ni la sociedad, que a la angustia de lo irremediable, va unido el remordimiento duro y cruel, como picotazo de cuervo en una herida que aún sangra...!

"¡Ámame sobre todas las cosas, os dice Dios nuestro Padre por boca de Moisés, porque sólo el amor os conquistará la paz, la dicha, el bien y la justicia que buscáis!

"Tal es amigos míos la Ley Eterna del Amor, único precio puesto por Dios a nuestra felicidad perdurable.

"Nada conquistamos vistiendo un sayal de penitencia y cíngulo de silicio, si alienta en nuestro corazón, como serpiente dormida, el egoísmo y el odio!

"Nada conquistamos atormentando el cuerpo físico con ayunos y penitencias, si dejamos vivas en nuestro espíritu las fierecillas rabiosas de la malevolencia y de la envidia, de la soberbia y la ambición, de donde surgen como espinas de un zarzal, las rencillas, las discordias, los antagonismos y las guerras que inundan los campos de sangre, las ciudades de ruinas y los corazones de angustia.

"Ámame sobre todas las cosas dice el Señor, y al prójimo como a ti mismo, y todo lo habrás conquistado, y tendrás los cielos por herencia; y todas las legiones de ángeles, arcángeles y serafines de mis moradas Eternas serán tus hermanos... compañeros en las fatigas y en el esfuerzo, compañeros en la paz, en la gloria, en la inmarcesible dicha de la posesión eterna del bien.

"La fiebre ardiente de mi deseo, ve ya en lontananza a esta Tierra de mis desvelos convertida en un mundo de paz, de dicha y de amor, como muchas de esas estrellas radiantes que atraen nuestras miradas, desde las insondables lejanías de los espacios infinitos...!

"Mas... entre la visión de mi deseo, y la gloriosa realidad, muchas centurias pasarán en la angustia y en el llanto, en la iniquidad y en el odio, hasta que suene la hora en que la Ley Eterna cierre la puerta a espíritus primitivos y a los cristalizados en el mal, y que esta tierra se transforme por fin en huerto cerrado a todo egoísmo, y sólo abierto a la paz, a la esperanza, al bien y al amor!"

Me habéis llamado Profeta de Dios, Ungido del Altísimo y habéis dicho verdad, porque lo soy, y os traigo el divino mensaje del Amor del Padre hacia vosotros.

¡Por eso sólo, he dejado mi Reino de luz y de amor!

Por eso sólo, aprisioné mi espíritu en esta vestidura de carne que no tardaré en dejar, para tornar a la patria de donde salí.

Mas no la dejaré amados míos, sin antes haber grabado a fuego en vuestros corazones, que Dios nuestro Padre es Amor, y que para haceros grandes y felices, no os pide nada sino vuestro amor sobre todas las cosas, y que améis a vuestros semejantes como os amáis a vosotros mismos.

No la dejaré sin haceros comprender a todos, que es agravio a la Divina Majestad suponerle capaz de cólera y de venganza, porque esos son bajos y ruines delitos, propios de seres viles y malvados.

No la dejaré sin dejar al descubierto el engaño de los falsos maestros, que atolondran a las almas con el supuesto furor Divino, que si pudiera existir, sería para enmudecer su palabra de mentira con que arrastran a los pueblos a la división, a la crueldad, al odio contra sus hermanos que no participan de sus funestas elucubraciones filosóficas, fruto de erróneos principios sobre Dios y la naturaleza, y los destinos de las almas creadas por Él.

No abandonaré esta vestidura de carne sin haber repetido una y mil veces que el bien, la santidad, la justicia, no están en los ceremoniales de un culto cualquiera que él sea, sino en el fondo del alma, santuario de la inteligencia, del razonamiento y de la voluntad; del alma chispa divina e inmortal, destinada a perfeccionarse por el amor a su Padre Creador y a su prójimo, que sólo a eso se reducen los diez mandamientos del Mensaje Divino traído por Moisés.

Antes que yo, lo dijo otro Profeta del Señor: "Misericordia quiero y no sacrificios de sangre".

"No quiero ofrendas de corazones, rebosantes de egoísmo y de soberbia."

"No acepto ofrendas de manos manchadas con llanto y sangre de mis hijos oprimidos y vejados".

¿Complacerá acaso al Dios de la piedad y del amor, que un rico ganadero degüelle centenares de ovejas y de toros en el altar de los holocaustos, mientras sus esclavos y servidores sufren hambre y desnudez, vejaciones y miserias?

¿Estará la pureza y santidad de las almas, en consumir cántaros de cera en luminarias, y sacos de incienso quemados en el altar de los perfumes, mientras bajo las naves del Templo arrastran su angustia y su miseria los que carecen de lumbre en el hogar y de pan en su mesa?

¡Oh hermanos míos...! Mi Padre que es Amor por encima de todas las cosas, no me dejará abandonar esta vestidura de carne hasta que todos vosotros y otros tanto como vosotros, hayáis oído estas palabras mías:

"No con ceremonias ni reverencias, ni postraciones ni ayunos ni penitencias se conquista la grandeza y la dicha del espíritu, sino con el renunciamiento de todo egoísmo, de todo interés personal, de toda soberbia y prepotencia, de toda crueldad y tiranía."

Y vosotros que me escucháis, llevad mis palabras por todos los rincones del mundo, por los collados y los valles, por la inmensidad de los desiertos y las profundidades del mar. Y cuando nadie haya quedado sin escucharlas, sentaos a reposar a vuestra puerta, bajo la sombra de vuestras vides tejidas de pámpanos, y decid con la dulce paz de vuestro deber cumplido:

Hemos sido mensajeros fieles del Ungido del Señor, que trajo a nuestra tierra la esencia pura de la única Ley Divina: ¡Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo!

¡Amados míos! Venid a mí cuando os halléis fatigados con cargas que no podéis llevar, y con angustias que os hacen imposibles la vida!... Venid entonces a mí con vuestros dolores y con vuestras desesperanzas, que yo os aliviaré!...

Con mi alma rebosante de amor, y mis manos destilando como miel la dulzura Divina, soy para vosotros el don del Padre en esta hora, en que más que en ninguna otra, os quiere manifestar con hechos palpables, la inmensidad infinita de su Amor Eterno!

"Que la paz sea sobre vosotros!..."



JASHUA

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