La más alta sabiduría que puede encontrar el hombre en la tierra es aquella que le pone al descubierto los pensamientos y los caminos de Dios.
¡Bienaventurado aquel que logra encontrarlos y que tiene la fuerza y la voluntad de seguirlos!
Y desdichado mil veces aquellos que habiendo recibido la iluminación necesaria para leer en el pensamiento divino, cierran su alma a la verdad anunciada, como cierra su puerta el que rechaza la luz del sol.
A este mismo pueblo amado del Señor, dirigió aquellas palabras nuestro gran Profeta Isaías, para impulsarlo a seguir los caminos de Dios antes que los caminos marcados por los hombres.
El pensamiento divino, cual un astro radiante se levantó para Israel en el amanecer del desierto; y la palabra de Moisés le dio forma, y los diez mandatos divinos surgieron como estrellas en el cielo oscuro de la humanidad.
He ahí los caminos señalados por Dios a todos hombre venido a esta tierra. Y ¡cuán pocos son, los que llevan por ellos los pasos de su vida!
Porque es más fácil llevar una ofrenda al altar de los holocaustos, que acallar un deseo nacido en el corazón como un áspid venenoso.
Porque es más fácil ayunar un día, que renunciar a los bienes que el prójimo adquirió con el sudor de su frente.
Porque es más fácil encender cirios y quemar incienso, que apagar un odio generador de venganzas.
Porque es más fácil arrojar a un hambriento un mendrugo de pan que decirle: Ven a mi mesa y partiré contigo mi pan y mi vino.
Es más fácil cumplir escrupulosamente con las abluciones de ritual, que limpiar el alma de la avaricia y la soberbia.
Es más fácil doblar las rodillas y gritar a todos los vientos: Santo, Santo, Santo es el Dios de los ejércitos, que amarle sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo.
Pueblo de Israel que me escucháis bajo las naves del Templo de Salomón. Desandad en vuestra memoria de los caminos andados, y llegad de nuevo a Moisés que trajo el mensaje de la Ley Divina más perfecta que han visto los siglos, única que puede dar la verdadera dicha al corazón del hombre.
¡En su bueno o mal cumplimiento estribará vuestro futuro feliz o desventurado, y tened por cierto que en el día de la eterna justicia que llega ineludiblemente para toda inteligencia creada, no se os pedirá cuentas de cuántos becerros mandasteis inmolar sobre el altar, ni cuántas medidas de aceite y vino depositasteis en las bodegas del Templo ni de cuánto oro trajisteis a sus arcas; pero si se tomará estrechísima cuanta de todo mal que hayáis hecho a vuestros semejantes, así sea el más infeliz de vuestros esclavos! Se os señalarán como marcadas a fuego todas las injusticias que habréis cometido, todos los dolores causados a vuestros hermanos, todo el llanto derramado por vuestra causa porque todo ello atenta contra aquellas palabras de la Ley: "Ama a tu prójimo como a ti mismo".
Y si miráis la otra faceta del prisma maravilloso de los pensamientos de Dios, a que aludió el Profeta Isaías, veréis cómo en los anales eternos de la Luz increada, resplandecen como estrellas vuestras obras de misericordia sin quedar olvidado ni un vaso de agua que hubiereis dado con amor a cualquiera de vuestros semejantes.
Desfilarán ante vosotros como en un panorama vivo, todos los desnudos que habréis vestido, los hambrientos que habréis llavado a vuestra mesa, los enfermos que habréis asistido, los presidiarios que habréis alumbrado con luz de esperanza, los huérfanos, las viudas, los desamparados a quienes habréis abierto vuestro corazón como un nido tibio a su helada desolación.
Y entonces una voz poderosa y eterna bajada como un torrente de armonías inefables resonará por todos los mundos que pueblan el Universo, y sentiréis que penetra todas las fibras de vuestro ser cuando os dirá:
"Venid a Mí vosotros que habéis hecho obras conforme a mis pensamientos y habéis andado por mis caminos de justicias de paz, de fraternidad y de amor. De mi Amor Eterno nacisteis, y a mi Amor Eterno volvéis envueltos en la túnica blanca de mis escogidos, los que calcaron en sus vidas mi supremo mandato: "Ama a tu Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo".
Sublime Ley de Jehová, mensaje divino de Moisés que une a todos los hombres de la tierra en amorosa hermandad, que destruye todos los odios y anula el crimen y la venganza.
Sólo ella tendrá el soberano poder de destruir para siempre los antagonismos de razas los privilegios de castas, dinastías y familias! ¡Tendrá el invencible poder de arrasar como el simún en el desierto, las fronteras que dividen los pueblos, las barreras religiosas que apartan los unos de los otros, la hostilidad de las diferencias sociales, que son mares de oro para los unos y muladar de miserias para los otros!
Tan sólo por ella se cumplirán las palabras del Profeta Isaías en su capítulo 11: "Morarán juntos el lobo y el cordero, y el tigre con el cabrito se acostará; el becerro y el león andarán juntos y un niño los pastoreará.
"La vaca y la osa pacerán unidas y el leopardo y el buey comerán la misma paja.
"El niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid y extenderá su mano sobre la caverna del basilisco.
No harán el mal ni dañarán en todo mi santo monte, porque a tierra estará llena de conocimiento de Dios, como cubren las aguas la inmensidad de la mar."
Pueblo de Israel, amado de Jehová, esperad el día de la justicia y del amor, que es promesa divina y no puede faltar.
¡Los cielos y la tierra se mudarán, pero la palabra de Dios permanece eternamente!
En las Cumbres del Moab
Arpas Eternas, Vol 1, p. 118. Décimo Cuarta Edición
¡Bienaventurado aquel que logra encontrarlos y que tiene la fuerza y la voluntad de seguirlos!
Y desdichado mil veces aquellos que habiendo recibido la iluminación necesaria para leer en el pensamiento divino, cierran su alma a la verdad anunciada, como cierra su puerta el que rechaza la luz del sol.
A este mismo pueblo amado del Señor, dirigió aquellas palabras nuestro gran Profeta Isaías, para impulsarlo a seguir los caminos de Dios antes que los caminos marcados por los hombres.
El pensamiento divino, cual un astro radiante se levantó para Israel en el amanecer del desierto; y la palabra de Moisés le dio forma, y los diez mandatos divinos surgieron como estrellas en el cielo oscuro de la humanidad.
He ahí los caminos señalados por Dios a todos hombre venido a esta tierra. Y ¡cuán pocos son, los que llevan por ellos los pasos de su vida!
Porque es más fácil llevar una ofrenda al altar de los holocaustos, que acallar un deseo nacido en el corazón como un áspid venenoso.
Porque es más fácil ayunar un día, que renunciar a los bienes que el prójimo adquirió con el sudor de su frente.
Porque es más fácil encender cirios y quemar incienso, que apagar un odio generador de venganzas.
Porque es más fácil arrojar a un hambriento un mendrugo de pan que decirle: Ven a mi mesa y partiré contigo mi pan y mi vino.
Es más fácil cumplir escrupulosamente con las abluciones de ritual, que limpiar el alma de la avaricia y la soberbia.
Es más fácil doblar las rodillas y gritar a todos los vientos: Santo, Santo, Santo es el Dios de los ejércitos, que amarle sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo.
Pueblo de Israel que me escucháis bajo las naves del Templo de Salomón. Desandad en vuestra memoria de los caminos andados, y llegad de nuevo a Moisés que trajo el mensaje de la Ley Divina más perfecta que han visto los siglos, única que puede dar la verdadera dicha al corazón del hombre.
¡En su bueno o mal cumplimiento estribará vuestro futuro feliz o desventurado, y tened por cierto que en el día de la eterna justicia que llega ineludiblemente para toda inteligencia creada, no se os pedirá cuentas de cuántos becerros mandasteis inmolar sobre el altar, ni cuántas medidas de aceite y vino depositasteis en las bodegas del Templo ni de cuánto oro trajisteis a sus arcas; pero si se tomará estrechísima cuanta de todo mal que hayáis hecho a vuestros semejantes, así sea el más infeliz de vuestros esclavos! Se os señalarán como marcadas a fuego todas las injusticias que habréis cometido, todos los dolores causados a vuestros hermanos, todo el llanto derramado por vuestra causa porque todo ello atenta contra aquellas palabras de la Ley: "Ama a tu prójimo como a ti mismo".
Y si miráis la otra faceta del prisma maravilloso de los pensamientos de Dios, a que aludió el Profeta Isaías, veréis cómo en los anales eternos de la Luz increada, resplandecen como estrellas vuestras obras de misericordia sin quedar olvidado ni un vaso de agua que hubiereis dado con amor a cualquiera de vuestros semejantes.
Desfilarán ante vosotros como en un panorama vivo, todos los desnudos que habréis vestido, los hambrientos que habréis llavado a vuestra mesa, los enfermos que habréis asistido, los presidiarios que habréis alumbrado con luz de esperanza, los huérfanos, las viudas, los desamparados a quienes habréis abierto vuestro corazón como un nido tibio a su helada desolación.
Y entonces una voz poderosa y eterna bajada como un torrente de armonías inefables resonará por todos los mundos que pueblan el Universo, y sentiréis que penetra todas las fibras de vuestro ser cuando os dirá:
"Venid a Mí vosotros que habéis hecho obras conforme a mis pensamientos y habéis andado por mis caminos de justicias de paz, de fraternidad y de amor. De mi Amor Eterno nacisteis, y a mi Amor Eterno volvéis envueltos en la túnica blanca de mis escogidos, los que calcaron en sus vidas mi supremo mandato: "Ama a tu Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo".
Sublime Ley de Jehová, mensaje divino de Moisés que une a todos los hombres de la tierra en amorosa hermandad, que destruye todos los odios y anula el crimen y la venganza.
Sólo ella tendrá el soberano poder de destruir para siempre los antagonismos de razas los privilegios de castas, dinastías y familias! ¡Tendrá el invencible poder de arrasar como el simún en el desierto, las fronteras que dividen los pueblos, las barreras religiosas que apartan los unos de los otros, la hostilidad de las diferencias sociales, que son mares de oro para los unos y muladar de miserias para los otros!
Tan sólo por ella se cumplirán las palabras del Profeta Isaías en su capítulo 11: "Morarán juntos el lobo y el cordero, y el tigre con el cabrito se acostará; el becerro y el león andarán juntos y un niño los pastoreará.
"La vaca y la osa pacerán unidas y el leopardo y el buey comerán la misma paja.
"El niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid y extenderá su mano sobre la caverna del basilisco.
No harán el mal ni dañarán en todo mi santo monte, porque a tierra estará llena de conocimiento de Dios, como cubren las aguas la inmensidad de la mar."
Pueblo de Israel, amado de Jehová, esperad el día de la justicia y del amor, que es promesa divina y no puede faltar.
¡Los cielos y la tierra se mudarán, pero la palabra de Dios permanece eternamente!
En las Cumbres del Moab
Arpas Eternas, Vol 1, p. 118. Décimo Cuarta Edición
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