Las criaturas espirituales han demostrado gran interés en la humanidad desde que fueron testigos de la creación de la Tierra y los primeros seres humanos. La personificación de la sabiduría, Jesucristo, en su existencia prehumana, dijo: “Las cosas que fueron el objeto de mi cariño estuvieron con los hijos de los hombres” (Proverbios 8:31). La Biblia además indica que “los ángeles desean mirar con cuidado” en los asuntos relacionados con Cristo y el futuro que han sido revelados a los profetas de Dios (1 Pedro 1:11, 12).
Andando el tiempo, los ángeles leales vieron que la mayoría de la humanidad no servía a su amoroso Creador. ¡Cuánto debió de entristecerlos! Por otra parte, “surge gozo entre los ángeles” siempre que un pecador se arrepiente y se vuelve a Jehová (Lucas 15:10). Ellos se interesan mucho por el bienestar de quienes sirven a Dios, y Jehová los ha utilizado reiteradamente para fortalecer y proteger a Sus fieles siervos terrestres (Hebreos 1:14). Recordemos algunos ejemplos.
Los ángeles condujeron a Lot y a sus hijas a un lugar seguro
Dos ángeles ayudaron al justo Lot y a sus hijas a sobrevivir a la destrucción de las perversas ciudades de Sodoma y Gomorra sacándolos de aquel distrito (Génesis 19:1, 15-26).* Siglos después, el profeta Daniel fue arrojado al foso de los leones, pero no sufrió ningún daño. ¿Por qué razón? “Mi propio Dios envió a su ángel y cerró la boca de los leones”, relató él (Daniel 6:22). Los ángeles animaron a Jesús cuando comenzó su ministerio terrestre (Marcos 1:13). Y, poco antes de su muerte, un ángel se le apareció y “lo fortaleció” (Lucas 22:43). ¡Qué gran apoyo debió de suponer para Jesús contar con esa ayuda angélica en los momentos más cruciales de su vida! Fue también un ángel el que liberó al apóstol Pedro de la prisión (Hechos 12:6-11).
¿Nos protegen los ángeles en la actualidad? Si adoramos a Jehová tal como lo indica su Palabra, se nos garantiza que sus poderosos ángeles invisibles nos protegerán. La Biblia asegura: “El ángel de Jehová está acampando todo en derredor de los que le temen, y los libra” (Salmo 34:7).
Cuando el apóstol Juan trató de adorar a un ángel, este le dijo: “¡No hagas eso!”
Sin embargo, hemos de reconocer que los ángeles están primordialmente al servicio de Dios y no de los seres humanos (Salmo 103:20, 21). Obedecen las órdenes de Dios, no las peticiones de los hombres; de ahí que no debamos pedir ayuda a los ángeles, sino a Jehová Dios (Mateo 26:53). Claro está, dado que los ángeles son invisibles a nuestros ojos, no podemos decir hasta qué punto Dios los utiliza para ayudar a la gente. No obstante, sabemos que Jehová desea “mostrar su fuerza a favor de aquellos cuyo corazón es completo para con él” (2 Crónicas 16:9; Salmo 91:11). Tenemos la seguridad de que “no importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, [Dios] nos oye” (1 Juan 5:14).
Las Escrituras también nos dicen que nuestras oraciones y adoración deben dirigirse solo a Dios (Éxodo 20:3-5; Salmo 5:1, 2; Mateo 6:9). Los ángeles fieles nos animan a hacerlo así. Por ejemplo, cuando el apóstol Juan quiso adorar a uno de ellos, este lo reprendió, diciendo: “¡Ten cuidado! ¡No hagas eso! [...] Adora a Dios” (Revelación 19:10).
CÓMO ESTÁN ORGANIZADOS LOS ÁNGELESAndando el tiempo, los ángeles leales vieron que la mayoría de la humanidad no servía a su amoroso Creador. ¡Cuánto debió de entristecerlos! Por otra parte, “surge gozo entre los ángeles” siempre que un pecador se arrepiente y se vuelve a Jehová (Lucas 15:10). Ellos se interesan mucho por el bienestar de quienes sirven a Dios, y Jehová los ha utilizado reiteradamente para fortalecer y proteger a Sus fieles siervos terrestres (Hebreos 1:14). Recordemos algunos ejemplos.
Los ángeles condujeron a Lot y a sus hijas a un lugar seguro
Dos ángeles ayudaron al justo Lot y a sus hijas a sobrevivir a la destrucción de las perversas ciudades de Sodoma y Gomorra sacándolos de aquel distrito (Génesis 19:1, 15-26).* Siglos después, el profeta Daniel fue arrojado al foso de los leones, pero no sufrió ningún daño. ¿Por qué razón? “Mi propio Dios envió a su ángel y cerró la boca de los leones”, relató él (Daniel 6:22). Los ángeles animaron a Jesús cuando comenzó su ministerio terrestre (Marcos 1:13). Y, poco antes de su muerte, un ángel se le apareció y “lo fortaleció” (Lucas 22:43). ¡Qué gran apoyo debió de suponer para Jesús contar con esa ayuda angélica en los momentos más cruciales de su vida! Fue también un ángel el que liberó al apóstol Pedro de la prisión (Hechos 12:6-11).
¿Nos protegen los ángeles en la actualidad? Si adoramos a Jehová tal como lo indica su Palabra, se nos garantiza que sus poderosos ángeles invisibles nos protegerán. La Biblia asegura: “El ángel de Jehová está acampando todo en derredor de los que le temen, y los libra” (Salmo 34:7).
Cuando el apóstol Juan trató de adorar a un ángel, este le dijo: “¡No hagas eso!”
Sin embargo, hemos de reconocer que los ángeles están primordialmente al servicio de Dios y no de los seres humanos (Salmo 103:20, 21). Obedecen las órdenes de Dios, no las peticiones de los hombres; de ahí que no debamos pedir ayuda a los ángeles, sino a Jehová Dios (Mateo 26:53). Claro está, dado que los ángeles son invisibles a nuestros ojos, no podemos decir hasta qué punto Dios los utiliza para ayudar a la gente. No obstante, sabemos que Jehová desea “mostrar su fuerza a favor de aquellos cuyo corazón es completo para con él” (2 Crónicas 16:9; Salmo 91:11). Tenemos la seguridad de que “no importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, [Dios] nos oye” (1 Juan 5:14).
Las Escrituras también nos dicen que nuestras oraciones y adoración deben dirigirse solo a Dios (Éxodo 20:3-5; Salmo 5:1, 2; Mateo 6:9). Los ángeles fieles nos animan a hacerlo así. Por ejemplo, cuando el apóstol Juan quiso adorar a uno de ellos, este lo reprendió, diciendo: “¡Ten cuidado! ¡No hagas eso! [...] Adora a Dios” (Revelación 19:10).
Jehová ha organizado a su gran familia de ángeles así:
El ángel de mayor poder y autoridad es el arcángel Miguel, es decir, Jesucristo (1 Tesalonicenses 4:16; Judas 9). Los serafines, querubines y otros ángeles están por debajo de él.
Los serafines ocupan una posición muy alta en esta estructura, pues prestan servicio en el trono de Dios. Su labor incluye declarar la santidad de Dios y mantener a su pueblo puro en sentido espiritual (Isaías 6:1-3, 6, 7).
A los querubines se les vincula con el trono de Dios, y sostienen la majestad de Jehová (Salmo 80:1; 99:1; Ezequiel 10:1, 2). El resto de los ángeles son siervos de Jehová que llevan a cabo la voluntad divina.
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