¡No hay nada tan grande bajo el cielo como Tú Señor! ... Pues a medida que Tú me ofreces día a día el maravilloso privilegio de la vida, puedo apreciar y valorar cada vez más lo inconmensurable de tu existencia y el poder infinito de Tu amor para cada uno de tus hijos terrenales, que suplicamos permanentemente Tu misericordia y divina bondad, para poder continuar la lucha diaria de la sobrevivencia, en este mundo plagado de maldad y materialismo absurdo.
¡Oh mi Señor! tendría que estar ciego, sordo y mudo, para no ver, percibir y callar todas las manifestaciones de vida, amor y esperanza que Tú me regalas, desde que despunta el alba con cada amanecer, a través de ese rayo de luz y de calor que entra por mi ventana, o, con la lluvia que con su ruido me despierta para recordarme que Tú estas presente y quieres que te deje entrar en mi corazón, y sin embargo ... ¡cuantas veces he sido indiferente a tu presencia!.
¿Es que acaso, toda Tu magnificencia que día a día pones delante de mis ojos no es suficiente para convencerme de Tu existencia? ... ¿O será quizás que todavía tengo que caerme una y otra vez, y golpearme más duro para reconocer que sólo Tú eres el que siempre está a mi lado, el que me tiende su mano, y cuando ya no puedo más me carga en sus brazos? ... ¿Será talvez que la influencia nociva y destructora del mundo que me rodea puede más que mi voluntad? y no me deja ver y reconocer que ... ¡No hay nada más grande bajo el cielo que sólo Tú Señor!
¡ GRACIAS SEÑOR ! POR DARME EL PRIVILEGIO DE TU AMOR.
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