A veces vivimos en la obscuridad porque no queremos ver la luz ... esa luz que representa el Amor de Dios y que nos invita a vivir intensamente con verdadera felicidad, donde la alegría fluye de manera natural y espontánea y se esparce a nuestro alrededor, contagiando con singular dulzura a cuantos por una u otra razón forman parte de nuestra vida, y que de manera consciente o inconsciente reciben la luz que emana de nuestro ser, la cual dice más que mil palabras juntas.
Amar la Luz significa amar la verdad y transmitir esa verdad en cada una de las cosas que hacemos, por sencillas que estas parezcan. De tal manera que no quede resquicio de duda en quienes tratan con nosotros, a tal punto que, sin exigir nada a cambio quieran también unirse a esa verdad y practicarla por convicción.
Amar la Luz es seguir las huellas de Dios en el duro batallar de cada día, en cuyo camino encontramos más de una espina que se incrusta en nuestros pies y nos causa dolor...
pero que nos enseña al mismo tiempo que la senda para llegar a Dios es cargada de sacrificios y que la recompensa es vida eterna.
Amar la Luz es despojarse de toda miseria humana ... es salir de las tinieblas disfrazadas de placer y materialismo, que nos impide ver la luz radiante y celestial en donde el Amor toma protagonismo y estamos preparados para vencer todas las dificultades, porque quien ama la Luz, ama a Dios con todas sus fuerzas.
QUE LA LUZ DE DIOS INVADA TODO TODO TU SER DE AMOR Y DE BONDAD.
Autor_fuente: Eduardo Sanchez Elizalde
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