¿Puedes concebir un buen orador que se trague la mayor parte de los argumentos y de las palabras, ansioso por llegar a la exposición final de su idea? ¿No es acaso mucho mejor aquel que sabe hablar despacio y con gusto, conduciéndonos de la mano de una idea a otra, hasta desembocar en la corona final? ¿Diríamos que las palabras que conforman una pieza oratoria son rutinarias y aburridas?Presta atención a las pequeñas cosas; ellas tienen su propio lenguaje, su propia expresión. En cada pequeña cosa hay una gran esperanza latente. Sé cuidadoso con los detalles; no los desprecies por muy insignificantes que parezcan y por mucho que pasen desapercibidos ante los demás. Respétalos y respétate: respeta lo que tú ves y lo que tú sabes que debes hacer; respeta las cosas pequeñas escondidas en los rincones del tiempo o del espacio, pues ellas son el soporte invisible de las grandes cosas.






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