Dame un punto de apoyo y moveré la tierra.

Dame un punto de apoyo y moveré la tierra.

somos agua pero todavía morimos de sed, aire pero aún no sabemos cómo elevarnos, fuego pero incapaces de dar calor, tierra pero nos asusta volver a ella, somos dioses con complejo de hombre, capases de crear un universo unicamente nuestro,pero nos falta amor, y fe.

Vivir las experiencias que nos ofrece la vida es obligatorio sufrirlas o gozarlas, es opcional

Esta es una frase inspiradora, porque reconoce que el Poder siempre ha sido, es y será nuestro. Y si esto es así, ¿por qué hay tanta infelicidad en el mundo?. La respuesta está en el estado de nuestra Conciencia.

¿Actuamos nuestra vida en el día-día plenamente concientes de todo lo que hacemos, sentimos y pensamos?, o más bien ‘hacemos mil cosas a la vez’, nos ‘queda corto el tiempo’ y nos vemos tristemente ‘obligados’ a trasladar las tareas que no hemos terminado para el día siguiente que viene ya cargado; para empezar el círculo vicioso otra vez. No hay lugar, por ejemplo, para disfrutar compartiendo con los demás (familia, amigos, colegas…) aquellos espacios diarios de tiempo que deberían ser sagrados: desayuno, almuerzo,…, cena; por breves que fueran. Porque lo importante no es la cantidad de tiempo sino la intensidad con la cual se disfruta, se comparte, se vive cada momento.

Cada vez hay menos tiempo de ocio para dedicarlo a la experimentación artística, creativa, de cada quien. La vida se ha vuelto progresivamente mecánica, angustiosa, triste, deprimente; debido a nuestra inconsciencia, debido a que nos hemos ‘olvidado’ de nosotros mismos. La vida parece ser vivida ‘en piloto automático’, no hay conductor; solo una programación que la conduce del nacimiento a la muerte.

Por eso existe el sufrimiento. Es la manera en cómo la Vida nos recuerda que no somos autómatas, que actuamos así porque no nos REconocemos a nosotros mismos y debido a ello cedemos nuestro Poder a los demás (personas, circunstancias). Eso nos hace infelices, es una autotraiciòn y nos duele profundamente; tanto que nos evadimos de una y mil maneras, las que fueran necesarias para evitar confrontarnos. El miedo surge. Es mejor atarearnos, ocuparnos sin descanso; no vaya a ser que nos quede tiempo para estar a solas con nosotros mismos.

Sin embargo, alcanzar un estado de serenidad, alegría y felicidad es posible y está al alcance de cualquier mujer u hombre sobre la Tierra, que sienta que su vida tal como viene siendo, no le satisface. Solo entonces el cambio se convierte en una necesidad de vida o muerte, y el germen alquímico queda instalado.

Lo que sigue es darnos cuenta que lo que acontece en nuestra vida diaria es producido por nuestra forma de pensar y nuestra forma de sentir. Si creemos que algo sucederá, sucede. Creer con fe es manifestar. La fe es entrega (voluntaria o involuntaria). Y uno puede entregarse al amor, pero también puede ser al temor. Es la diferencia entre el cielo y el infierno, entre la salud y la enfermedad.

Observar nuestros hábitos, nuestros sentimientos, nuestros pensamientos; detectar cuáles son los que generan las circunstancias no deseadas, disonantes, en nuestra vida; es una forma de ‘despertar’ nuestra conciencia adormecida por el condicionamiento recibido desde la infancia.

Enfrentar nuestros miedos, aquellos que aparecen cada vez que una situación particular ‘nos mueve el piso’ y queremos huir a la seguridad de nuestras ocupaciones mundanas; en lugar de meditar en soledad sin juicios, con aceptación y humildad, para así romper el hechizo y despertar al hecho de que la vida simplemente ES: o goce o aprendizaje. El sufrimiento no es real solo esta en nuestra mente. Es psicológico. Si le hacemos caso nos volveremos neuróticos.

Aprender a vivir es aprender a jugar el juego de la vida. Reconocer sus reglas y aplicarlas con maestría, sabiamente. Es reconocernos a nosotros mismos y reconocer también nuestro lugar en la Existencia Una. Somos cada uno una parte del TODO, reflejamos en esencia su Bondad, su Amor a través de nuestra propia vocación de servicio. Un ser humano plenamente conciente es sereno, alegre y feliz.



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