YO SOY LA DIGNIDAD HUMANA
Aquella que dice que ser digno como ser humano significa tener derecho a vivir, a expresar su opinión, a pensar por si mismo, a tener opciones y decidir la más conveniente.
Aquella que dice que ser digno es tener derecho a ser feliz en la tierra.
YO SOY la dignidad que nace cuando el ser hermano sabe que sus pasos los esta dirigiendo por la ruta que su mente le indica.
Esa dignidad que es posible observar en la mirada de los niños cuandoreclaman inocentemente a sus padres ¿por qué me castigas?
Aquella que sale de los labios de un jovencito que le pide también a su padre explicación diciéndole: ¿porque me exiges que no diga malas palabras cuando tú las repites a cada momento?
Esa dignidad que los niños manifiestan cuando a una voz gritan: ¿porqué se enfadan con nosotros si tan sólo hacemos lo mismo que ustedes nos han enseñado?
Esa dignidad que se va perdiendo cuando el ser humano empieza a entender que una vida, es la que él cree correcta; pero otra muy diferente es la que esta viviendo.
Esa dignidad que se va acabando cuando su mente le dice: "No tomes". Y prefiere escuchar la voz de sus amigos induciéndolo al vicio.
YO SOY la dignidad que habla en lo mas interno del alma humana y dice desde lo más profundo a todos los habitantes de este mundo:
¡ Alto ! A esa actividad deshumanizada con que manejan los asuntos de esta vida.
¡ Alto ! A esos actos fríos, crueles, con los que envuelven todas las actividades que desarrollan en este mundo.
¡ Basta Ya de guerras !...¡ Basta ya de injusticias !... ¡ Basta Ya de crímenes !...¡ Basta Ya de estar bombardeando a las mentes de nuestros hijos con esas ideas antihumanas y avergonzantes con que llenan las televisiones y los cines de ahora !
Basta Ya de estar fabricando conflictos y de estar proporcionando ideas sobre como efectuar los más espantosos crímenes que las mentes pueden concebir.
Basta ya de estar llenando nuestras mentes jóvenes con ideas de destrucción a través de los programas policiacos, a través de esas películas de boxeo y de artes marciales.
Basta Ya de estar induciendo a nuestros jóvenes a las drogas, por la clara incompetencia que manifiestan para legislar correctamente el uso de la tierra y los laboratorios químicos.
Basta Ya de sembrar la duda, la desconfianza y el desamor en cada una de nuestras mentes, a través de esas campañas de seguros de vida, de alarmas antirrobo, de agresiones políticas.
Basta Ya de hacernos pensar que nuestros vecinos son nuestros enemigos y que nuestros gobernantes son los peores criminales.
Basta Ya de opinar acerca de lo que deben o no hacer nuestros hermanos de otros países.
Basta Ya de meterse con sus vidas; mil veces mejor sería arreglar los propios problemas antes de decidir con dudosa moral, lo que deben hacer otros para resolver los suyos.
Basta Ya de demagogias que impiden llevar a la practica las verdaderas reglas que deben regir la convivencia humana.
Basta Ya a los políticos de perderse entre papeles y tras las secretarias, cuando los problemas que tratan de afrontar los están viviendo los niños, los pobres, los enfermos.
Basta Ya de anunciar cifras y cantidades destinadas a la asistencia social, cuando no se ve otra cosa por las calles que pordioseros y por los campos campesinos muriéndose de hambre al lado de una tierra estéril y desierta.
Basta Ya de pelear por quien debe controlar a los trabajadores de tal o cual empresa, si en realidad lo que cada quien necesita es un trabajo confiable y seguro que garantice su subsistencia. ¿Dónde se esconden esas ideas de protección al trabajador? ¿Tras las piedras y los palos con que pretenden lograr el control de esa fuerza trabajadora?
Basta Ya a los industriales de pensar que sus trabajadores son negligentes e irresponsables, cuando en realidad lo único que reclaman es el derecho al trabajo para mantener a sus familias.
Y Basta Ya también a los trabajadores de seguir sintiéndose explotados, cuando en lugar de trabajar sus horas normales, rehuyen sus obligaciones y buscan por todos los medios engañar a sus patrones.
Basta Ya a las religiones de pretender ayudar a los humildes, cuando en realidad tras las majestuosas catedrales decoradas con los más grandes lujos, llenan las palabras de falsa humildad y de amor hacia sus semejantes.
Basta Ya de explotar a los humildes que asisten a las iglesias esperando encontrar el consuelo divino, y que sacrifican parte de su sustento para llenar las canastillas con su escaso dinero; probablemente para utilizarlo en cambiar las flores que adornan uno de sus múltiples altares.
¿Dónde queda la consciencia de esos ministros intermediarios de Dios pero que esconden tras de su sotana, la cobardía de no poder enfrentar su ministerio de ayudar a los débiles y a los que realmente necesitan?
Las mismas razones que impulsan a los políticos a adaptarse a su sistema por el bienestar del sistema propio, son las mismas razones bajo las cuales se esconden los ministros para sustentar el sistema religioso y evadir la responsabilidad que tienen ante el resto de la humanidad.
Basta Ya a las madres de familia de pensar que sus hijos deben aprender a defenderse a golpes, a no dejarse estafar en este mundo que más bien parece una jungla de pasiones.
Basta Ya de querer apagar el fuego con el mismo fuego que nos afecta a todos.
Es tiempo de sembrar luz; es tiempo de llenar nuestras vidas con una esperanza; es tiempo de que existan gobernantes sinceros que amen a la política como el arte de dirigir a los pueblos para el bienestar comunal.
Es hora de que existan verdaderos líderes religiosos, que con su ejemplo den muestras del mismo servicio que dio Cristo cuando pisaron sus pies ésta bendita tierra.
Es tiempo que los jóvenes perciban la responsabilidad que tienen de cambiar a este mundo y sentar las bases de una nueva sociedad.
Es tiempo de que las madres todas nos afanemos en dar una educación especial a nuestros hijos, que les permita creer en la posibilidad de un cambio, de una nueva vida, de un nuevo mundo en donde todos podamos vivir armoniosamente.
Es tiempo ya de que los gobernantes, presidentes de países, permitan cada uno decidir los destinos que los países más pobres desean tomar. ¿Qué importan las palabras comunismo, socialismo o capitalismo, si en todas ellas encontramos hombres frustrados; drogadicción; conflictos; e incapacidad para resolver sus vidas? ...¿Qué importan los sistemas de gobierno, si ninguno de ellos ha podido demostrar hasta ahora, que el hombre puede crecer en completa libertad para decidir su vida?
Es tiempo de la unidad, es tiempo de buscar todos juntos un nuevo camino hacia la libertad del hombre.
Por eso quiero hablar de DIGNIDAD, por que para mantenerla viva sólo es posible escuchando dentro del alma que dice:
"Camina por aquí... y sigue adelante."
"Tu vida es tuya y solo tú debes decidir en ella."
"Camina adelante y no te detengas, porque aún cuando las piedras estorbaran tu camino, siempre habrá una manera de rodearlas."
"Pon tu vista en los cielos mientras tus pies caminan en la tierra."
"Cuídate de no ensuciarte por dentro porque tus vestiduras blancas sólo se lavan en sufrimientos y por sobre todo, recuerda el tierno mirar de los niños, porque tú para ellos eres el camino."
Sabia dignidad que guías a los hombres por el sendero interior, llenando los prados, abrillantando el verdor, despidiendo el aroma de un tibio amor."
Levanten sus ojos hombres andantes, por que sólo la luz los verá triunfantes.
En los valles y en las cimas, en oscuros laberintos, solo el alma sabe, donde está el infinito.
No importa... si se ven envueltos en pecados.
No importa... si los vicios los han apedreado.
No importan sus vestiduras sucias.
A ustedes Dios, lo ha aceptado.
Cada hora y segundo.
Cada minuto de dolor ha dejado en vuestras almas el refugio del amor.
Junten sus manos en el corazón, llenen su boca de esta oración y LA DIGNIDAD hermanos míos, será siempre vuestra canción.
KWAN YIN
Fuente: Comunicación Cósmica http://victorian.fortunecity.com/fowles/510/cosmica/
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