Veamos lector amigo, qué grandioso castillo de Divina Ciencia surgió de las conclusiones de las cinco ramas espiritualistas de aquella hora; Los Esenios: mosaístas; Melchor: Copto; Gaspar: Budista; Baltasar: Krishnaísta y Filón: Antuliano.
El anciano Gran Servidor de los Esenios, fue el elegido de todos para dirigir las deliberaciones de aquella asamblea de Divina Sabiduría, compuesta de Setenta y siete hombres consagrados al estudio y a los trabajos mentales desde hacía largos años.
Después de una solemne evocación al Alma Universal fuente de Vida, de luz y de amor, el Gran Servidor propuso que comenzaran por la definición, base y fundamento de toda ciencia espiritual: "Conocimiento de Dios".
Y Baltasar el persa, lo definió de acuerdo con sus principios védicos, heredados de Zenda, segundo discípulo de Krishna: "Dios es el soplo vital que como un fuego suavísimo e inextinguible anima todo cuanto vive sobre el planeta."
Y los diez Escribas anotaron la definición de Baltasar el Krishnaísta.
Habló Gaspar y definió a Dios conforme a sus principios budistas: "Dios es el conjunto unificado de todas las inteligencias llegadas a la Suprema perfección del Nirvana".
Y Melchor el príncipe sínaítico, habló conforme a su filosofía copta y Kobda: "Dios es la Luz lncreada y Eterna, que pone en vibración todo cuanto existe".
Y el jóven Filón de Alejandría, aristotélico antuliano dijo: "Dios es el consorcio formidable y Eterno del Amor y de la Sabiduría de donde mana todo poder, toda fuerza, toda claridad y toda vida".
Y el anciano Servidor añadió al final la definición de Moisés: "Dios, es el Poder Creador Universal, y como el Universo es su dominio y su obra, es Autor de las estupendas leyes que lo gobiernan y que los hombres no acertamos a comprender".
Estudiadas y analizadas a fondo las cinco definiciones, pudieron comprobar que no estaban en pugna, sino que entre ellas se completaban admirablemente, como si una mano de mago hubiera escrito páginas aisladas, y que reunidas for-maban un poema admirable, perfectamente unificado y completo.
En las Cumbres del Moab
Arpas Eternas, Vol 1, p. 118. Décimo Cuarta Edición
El anciano Gran Servidor de los Esenios, fue el elegido de todos para dirigir las deliberaciones de aquella asamblea de Divina Sabiduría, compuesta de Setenta y siete hombres consagrados al estudio y a los trabajos mentales desde hacía largos años.
Después de una solemne evocación al Alma Universal fuente de Vida, de luz y de amor, el Gran Servidor propuso que comenzaran por la definición, base y fundamento de toda ciencia espiritual: "Conocimiento de Dios".
Y Baltasar el persa, lo definió de acuerdo con sus principios védicos, heredados de Zenda, segundo discípulo de Krishna: "Dios es el soplo vital que como un fuego suavísimo e inextinguible anima todo cuanto vive sobre el planeta."
Y los diez Escribas anotaron la definición de Baltasar el Krishnaísta.
Habló Gaspar y definió a Dios conforme a sus principios budistas: "Dios es el conjunto unificado de todas las inteligencias llegadas a la Suprema perfección del Nirvana".
Y Melchor el príncipe sínaítico, habló conforme a su filosofía copta y Kobda: "Dios es la Luz lncreada y Eterna, que pone en vibración todo cuanto existe".
Y el jóven Filón de Alejandría, aristotélico antuliano dijo: "Dios es el consorcio formidable y Eterno del Amor y de la Sabiduría de donde mana todo poder, toda fuerza, toda claridad y toda vida".
Y el anciano Servidor añadió al final la definición de Moisés: "Dios, es el Poder Creador Universal, y como el Universo es su dominio y su obra, es Autor de las estupendas leyes que lo gobiernan y que los hombres no acertamos a comprender".
Estudiadas y analizadas a fondo las cinco definiciones, pudieron comprobar que no estaban en pugna, sino que entre ellas se completaban admirablemente, como si una mano de mago hubiera escrito páginas aisladas, y que reunidas for-maban un poema admirable, perfectamente unificado y completo.
En las Cumbres del Moab
Arpas Eternas, Vol 1, p. 118. Décimo Cuarta Edición
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