Es posible que Uds. se hayan topado en alguna parte con la palabra “kundalini”, especialmente en la literatura ocultista, con “el fuego de kundalini”, o “la serpiente de kundalini”. Se utiliza a menudo esta expresión para designar cierto tipo de una extraña fuerza que yace en el hombre y que puede despertarse. Pero ninguna de las teorías conocidas ofrece una explicación correcta acerca de lo que verdaderamente es la fuerza de kundalini. Algunas veces se la relaciona con el sexo, con la energía sexual, o sea con la posibilidad de utilizar la energía sexual con otros fines. Esto último está totalmente equivocado por cuanto kundalini puede hallarse en cualquier cosa. Y, sobre todo, kundalini no es algo deseable en forma alguna y mucho menos puede favorecer el desarrollo del hombre.
Es muy curioso ver como estos “ocultistas” se han apoderado de una palabra que alguien halló en alguna parte, pero han alterado su significado tan completamente, que de una cosa terrible y peligrosa han hecho algo que creen que vale la pena esperar y ansiar, como si se tratase de alguna bendición.
Kundalini en realidad es una fuerza que se introdujo en el hombre para mantenerlo en su actual condición. Si los hombres se diesen cuenta, si pudiesen advertir la realidad de su situación y todo el horror que ella implica, no podrían permanecer donde están un sólo instante más.
Comenzarían a buscar una salida y pronto la hallarían porque hay una salida, una puerta de escape, pero los hombres no la pueden ver porque, sencillamente, están hipnotizados. Kundalini es la fuerza que los mantiene en este estado hipnótico. “Despertar” significa pues deshipnotizarse. Justamente en esto estriba la principal de todas las dificultades y en ello, por lo mismo, reside la garantía de su posibilidad de éxito porque no hay ninguna razón orgánica para el sueño y el hombre puede despertar.
Pero esta es la teoría; en la práctica es casi imposible porque en cuanto el hombre despierta un poco y abre los ojos, todas las fuerzas que motivaron su sueño caen nuevamente sobre él con diez veces más fuerza y el hombre vuelve a quedar dormido; a menudo hasta sueña que está despertando o que está despierto...
Antes que nada, uno debe darse cuenta de que el sueño que tiene dominado al hombre no es un sueño normal, sino un sueño hipnótico. El hombre vive hipnotizado y este estado hipnótico se mantiene y fortifica continuamente en él. Uno podría hasta llegar a pensar que hay ciertas fuerzas para las cuales es útil y las cuales ganan mucho al mantener al hombre en este estado hipnótico, impidiéndole ver la verdad e impidiéndole darse plena cuenta de la situación en que se encuentra.
El hombre tiene que librarse de las mil y una amarras pequeñas, apegos e identificaciones que le sujetan a la situación en que se encuentra. Está sujeto a todo cuanto es su vida, sujeto a su imaginación, sujeto a su estupidez, sujeto aún a sus sufrimientos, posiblemente a sus sufrimientos más que a cualquier otra cosa. Tiene que librarse de estas amarras. El apego a las cosas, la identificación con las cosas mantienen viva en el hombre una legión de pequeños “yo” que son inútiles. Todos estos “yo” tienen que morir a fin de que pueda nacer el Gran YO. ¿Pero cómo puede hacérselos morir? Por cierto que ellos no querrán morir. Justamente a esta altura es cuando la posibilidad de despertar viene al rescate del hombre.
Despertar significa darse cuenta de la nadidad que uno es; es decir, darse cuenta de la completa y absoluta mecanicidad de uno y de la propia impotencia. No basta darse cuenta de ello filosóficamente, en palabras. Es necesario darse cuenta en el hecho, a través de los hechos claros, de los hechos simples y concretos de las cosas de todos los días. Cuando el hombre comienza a conocerse a sí mismo más que sea un poco, también comienza a ver que tiene o lleva en sí mismo algo que le horroriza... El sexo desempeña un papel tremendamente importante en mantener la mecanicidad de la vida. Todo cuanto hacen las gentes está relacionado con el sexo. La política, la religión, el arte, el teatro, la música. Todo es sexo. ¿Creen Uds. que las gentes van a un teatro a ver alguna nueva obra? ¿O que van a la iglesia verdaderamente a rezar? Eso lo hacen por guardar las apariencias. Lo principal, tanto en el teatro como en la iglesia, es que habrá muchos hombres y muchas mujeres. Esto constituye el centro de gravedad de todas las reuniones. ¿Qué creen Uds. que lleva a las gentes a los cafés, a los restaurants, a las fiestas? Una cosa solamente: el sexo. Esta es la principal fuerza motriz de todo lo mecánico. Todo el sueño del hombre, toda la hipnosis a que está sometido, todo depende del sexo.
Los caminos errados son muy numerosos, pero en la mayoría de los casos no conducen a ninguna parte. Y el hombre se encuentra en estos siempre dando vueltas en el mismo punto, creyendo que va alguna parte. Un hombre puede nacer, pero a fin de nacer tiene, primero, que morir; y a fin de morir tiene, primero, que despertar. La abstinencia sexual es necesaria sólo en ciertos casos, o sea para ciertos tipos. Para otros no es necesario en absoluto. Y aún hay otros tipos en quienes la abstinencia viene por sí misma en cuanto comienza la transmutación. Explicaré esto con mayor claridad. Para ciertos tipos es necesario observar una prolongada abstinencia sexual a fin de que la transmutación comience. Esto significa que sin una prolongada y completa abstinencia sexual la transmutación no puede comenzar. Pero una vez que la transmutación ha comenzado, ya no es necesario abstenerse. En otros casos, es decir con otros tipos, la transmutación puede comenzar en una vida sexual normal y al contrario de otros tipos, puede comenzar antes y hasta desarrollarse muchísimo mejor con un abundante gasto externo de energía sexual. En el tercer caso aún, una vez comenzada la transmutación, ella absorbe toda la energía sexual y pone fin a la vida sexual normal o al gasto externo de energía sexual.
Es imposible explicarle a un hombre que aún no ha comenzado a trabajar en sí mismo y que ignora la estructura de la máquina humana, lo que verdaderamente significa el “abuso del sexo”; esto es tan imposible como indicarle lo que se debe hacer para evitar estos abusos. El trabajo correcto en sí mismo comienza con la creación de un centro de gravedad permanente. Cuando se ha forjado un centro de gravedad permanente, todo lo demás comienza a hallar su lugar y a distribuirse en subordinación a ello.
George Gurdjieff
Nota: «Gurdjíeff mostró que la evolución del hombre es el resultado del crecimiento [y desarrollo] interior individual; que tal apertura interior es la meta de todas las religiones, de todos los caminos, pero que requiere un conocimiento directo y preciso, pero que sólo se puede adquirir con la ayuda de algún guía sensato y con experiencia y a través de un prolongado estudio de sí y del trabajo sobre sí mismo».
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Hace 7 años
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