Dame un punto de apoyo y moveré la tierra.

Dame un punto de apoyo y moveré la tierra.

somos agua pero todavía morimos de sed, aire pero aún no sabemos cómo elevarnos, fuego pero incapaces de dar calor, tierra pero nos asusta volver a ella, somos dioses con complejo de hombre, capases de crear un universo unicamente nuestro,pero nos falta amor, y fe.

¿EXPERIENCIA O FE?

En nuestras vidas deberíamos, día a día, batallar contra nuestro
estado de ánimo, sentimientos y emociones, hasta llegar a una total
devoción al Señor Jesús. Hemos de desligarnos de nuestro estrecho
horizonte de las experiencias y dejarnos llevar a un total abandono
en Él.

Piensa en quién nos dice La Biblia en el Nuevo Testamento que es
Jesucristo, y en la menospreciable pequeñez de la miserable fe que
demostramos al decir: "no he tenido aún esta o aquella experiencia".
Piensa en lo que la fe en Jesucristo sostiene y provee… Él puede
presentarnos sin mancha ante el trono de Dios, puros y
justificados. Mantente con una fe absoluta y reverente en Cristo
Jesús, el cual nos ha sido hecho de parte de Dios sabiduría,
justificación, santificación y redención. (1 Corintios1:30).
¿Cómo osamos hablar de sacrificarnos por el Hijo de Dios?. Somos
salvos del infierno y de la destrucción total por Él, y luego
hablamos de hacer sacrificios.

Debemos de centrarnos en Jesucristo y asentar nuestra fe firmemente
sobre Él; no en un Jesucristo de reunión de oración, ni en un
Jesucristo de libro, sino en el Jesucristo del Nuevo Testamento, que
es Dios encarnado, y que en justicia debería fulminarnos a Sus pies.
Nuestra fe debe estar en Aquel de quien brota nuestra salvación,
Jesucristo demanda de nosotros devoción absoluta y sin límites, no
podemos "experimentar" a Jesucristo, ni atarlo egoístamente en los
confines de nuestros propios corazones. Nuestra fe ha de estar
edificada sobre una CONFIANZA TOTAL Y DECIDIDA en Él. Es debido a
nuestra obstinación a confiar en nuestras experiencias que vemos la
impaciencia del Espíritu Santo contra la incredulidad. Todos
nuestros temores son pecaminosos, y los forjamos al rehusar
alimentarlos en nuestra fe. ¿Cómo puede alguien identificado con
Jesucristo verse acosado de dudas o temores?.

Nuestras vidas deberían ser por completo un himno de alabanza que
brota de una convicción perfecta, irreprimible y triunfante.

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