Alojada en las proximidades de la glándula pineal, el alma o cuerpo espiritual ensombrecido del hombre, está compuesta por partículas de energía sobrepuestas de modo semejante a las escamas de un pez. Contiene el núcleo del ser, o núcleo divino incargable y las siete envolturas ensombrecidas o siete centros de conciencia. A través de este árbol de la vida y de sus centros fluye la energía divina a los órganos y células del cuerpo físico a través del sistema nervioso.
Los ensombrecimientos –que forman el cuerpo astral con que el alma se ve envuelta- son las cargas correspondientes cuando invertimos la polaridad de cada uno de los 7 centros del Orden, Voluntad, Sabiduría, Seriedad, Paciencia, Amor Misericordia Entonces:
El Orden divino, lo convertimos en desorden.
La Voluntad divina en la voluntad del ego personal.
La Sabiduría en intelecto y conocimientos.
Seriedad , mesura, en obstinación e intransigencia.
Paciencia, bondad, en intolerancia y dureza de corazón.
Amor divino desinteresado e impersonal, en amor egoísta y amor sexual.
Misericordia, en impiedad, venganza, asesinato a personas o animales, en valorar el derecho (ley del ego) por encima de las leyes de Dios.
El desarrollo de los 7 centros de conciencia ensombrecidos exige un estar atento al modo en cómo la energía del día nos pone frente a experiencias por mínimas que nos puedan parecer que afectan a nuestras sensaciones, pensamientos, sentimientos, impregnan nuestras palabras (o nuestros silencios), y nuestras acciones( u omisiones) a diario. Este es el camino interno de reconocimiento personal y actuación de acuerdo con las leyes divinas para poner en orden cada uno de esos centros en la medida que actuemos en su contra. De ahí la necesidad de una disciplina adecuada a nuestro estado evolutivo. Disciplina no quiere decir represión o autocastigo, sino observación, comprensión y acción correcta ante lo que cada día nos trae. No sería propio de un Dios del amor inducir a Sus hijos a castigar su cuerpo cuando tan precioso instrumento es para el sostén y el equilibrio cuerpo-alma. Es propio de fanáticos o ignorantes atrapados por falsos conceptos sobre la purificación todas las formas inventadas de autoflagelación física, mental o espiritual.
A medida que purificamos nuestros centros de conciencia a través de un pensar, un sentir y un actuar más elevado, subimos nuestro nivel de vibración energética, lo que nos permite una mayor claridad y estabilidad mental y una mejor salud emocional y física al fortalecerse nuestro sistema inmunológico debido a la mayor afluencia de energía cuántica espiritual en los átomos que forman nuestras células y órganos, ya que nuestros cuerpos son, en definitiva, formaciones atómicas.
A menudo nos complicamos pensando en complejas soluciones a nuestra vida espiritual. Dando prioridad a los valores intelectuales leemos libros y libros, discutimos teorías y teorías o buscamos desesperadamente algún gurú que nos dirija por el camino, pero cualquiera sea el camino elegido será peligroso si nos exige depender de otro ser humano por sabio que nos parezca, pues esa dependencia carga nuestra alma y la suya en la medida que el otro la acepta. Eso no quiere decir que en ciertos momentos de nuestra vida no nos sea precioso el hallar ciertas personas, textos o ideas que nos abran camino hacia la luz, pero sin dejar de ser libres de estar o no, de hacer o no esto o lo otro. Y si no encajamos dentro de una determinada corriente, pues sigamos nuestro camino. La libertad es la primera de las condiciones del mundo espiritual, no la dependencia. Ni siquiera nuestro Creador al darnos las claves esenciales para nuestra evolución nos dijo: Estáis obligados. Sólo nos exhorta a cumplirlas, pues para Dios es tan sagrada nuestra libertad que ni siquiera impidió en su momento la rebelión de los ángeles y la Caída. Sin embargo, frecuentemente nos rebelamos contra Dios y sometemos nuestra voluntad y nuestra vida a personas, instituciones, o leyes injustas.
En repetidas ocasiones a lo largo de estos escritos se insiste en que los Diez Mandamientos y el Sermón de la Montaña son indicadores universales del camino que ninguna religión rechaza y toda persona de buena voluntad considera nobles, pues son extractos de la Ley Cósmica. Otra cosa es que las religiones jerarquizadas con sus sacerdotes ritos y ceremonias externas niegan en la práctica lo que dicen creer actuando de facto como enemigos de esos principios sagrados.
A través de su cumplimiento, el núcleo de nuestra alma- Dios en nosotros, - nos advierte, nos informa, nos trae paz o nos muestra aquellos modos de actuar en la vida diaria que deberían ser corregidos por medio del auto-reconocimiento, del arrepentirse, del pedir perdón a Cristo y no volver a contravenir las leyes. Este es el proceso de purificación del alma, que poco a poco conduce a cambiar hábitos de higiene, alimentación y cuidados de nuestro cuerpo físico, cada vez más abierto a corrientes más sutiles de energía y con menor número de necesidades. Este proceso de superación mediante reconocer errores, pedir perdón, perdonar, y procurar no repetir las mismas equivocaciones constituye la esencia del Camino Interno. Este es muy efectivo si pedimos ayuda a Cristo, pues Él no nos la va a imponer contra nuestra voluntad.
A través de la puesta en práctica de la ley de los cielos, basada en el amor a Dios y a cada uno -porque Dios lo ama infinitamente y habita en él al igual que nos ama y habita en nosotros - aumenta nuestra capacidad de armonizar con las leyes espirituales y las leyes de la naturaleza, nos hace más abiertos y nos permite una mayor sensibilidad para captar y vivir lo divino actualizando nuestra verdadera personalidad espiritual.
Cristo nos ayuda a eliminar poco a poco las deudas kármicas que hemos ido acumulando y que se nos muestran en nuestro yo inferior que siempre piensa en el mío, mí, para mí. Es así como nuestra alma inicialmente cargada se hace cada vez más luminosa.
En los Vedas puede leerse según el sentido: “Igual que el sol puede verse a la vez en miles de tazas de agua, siendo uno, así Dios, el Uno, en cada ser.”
Más, si el agua está sucia ¿qué puede observarse?
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