Dame un punto de apoyo y moveré la tierra.

Dame un punto de apoyo y moveré la tierra.

somos agua pero todavía morimos de sed, aire pero aún no sabemos cómo elevarnos, fuego pero incapaces de dar calor, tierra pero nos asusta volver a ella, somos dioses con complejo de hombre, capases de crear un universo unicamente nuestro,pero nos falta amor, y fe.

SEPAMOS AMAR Y COMPRENDER

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¡Padre, no saben lo que hacen!


Señor, me pongo ante ti, para verte
condenado injustamente;
para oír cuanto dices desde la cruz,
atravesado por los clavos;
para contemplar tus gestos,
cuando la debilidad del cuerpo te abruma.
¿Qué percibo en tu rostro ensangrentado,
en tus gestos y palabras?
Me maravilla, Señor, la magnitud del amor
que te tiene clavado, suspendido.
Me maravilla esa dulzura que tiene tu mirada
a través del celaje del sudor
y sangre que me roban lo mejor de tu ojos.
Me maravilla tu serenidad en medio
del tormento que padeces...
Pero me maravilla, sobre todo,
tu palabra que brota de tus labios.
Esa palabra en que me transmites un doble mensajes:
el mensaje del amor con que nos buscas
y que te retiene crucificado
y el mensaje de comprensión hacia quienes
te clavamos en el madero.
Tu mensaje de amor me habla claramente
de que sólo desde el amor se pueden hacer
cosas grandes en el mundo y en la vida,
porque sólo el amor se coloca
y nos coloca por encima de todas las adversidades.
¡SI TÚ NO AMARAS NO ESTARÍAS AHÍ CLAVADO!
Y tu mensaje de comprensión
me dice que sólo desde el amor
puede un hombre comprender al otro,
y puede el Hijo de Dios, encarnado,
comprendernos a nosotros mismos en nuestra debilidad,
insensatez, odio, desprecio, soberbia.
¡SERÍA TERRIBLE UN DIOS SIN PIEDAD!
¡Me abruman, Señor, tu gesto
y actitud tan comprensivas!
Parece que estabas esperando
de alguien un poco de consuelo,
y que por eso te abres tan generosamente
al ladrón que muere a tu lado...
Es admirable que conocieras tan bien
nuestras flaquezas como para llamar al Padre
y decirle que “no sabíamos lo que hacíamos”
cuando te llevamos a morir en la cruz,
fuera de la ciudad, como un a enfermo contagioso;
como para que comprendieras la flaqueza
y la huída de muchos de tus discípulos ,
despavoridos, cuando te hicieron prisionero...
¡Acojo, Señor, cuanto me hablas desde la cruz!
Quieres decirme que, desde el amor,
he de comprender a mi hermano/a que me fastidia,
que, desde el amor, he de comprender
que el drogadicto está enfermo, que,
desde el amor, he de comprender las búsquedas
y molestias del inmigrante,
que, desde el amor, he de comprender
al esposo/a en el matrimonio,
que, desde el amor, he de comprender
incluso al que me oprime, ofuscado...
¡Perdona, Señor, que no sea como tú!
¡Tan grande es tu amor!...
He de volver la mirada a mí mismo.
Soy uno de entre millones de hombres/mujeres
que han de darte gracias porque has sido comprensivo,
muy comprensivo.
Nunca dejaste de mirarme, de llamarme,
de decir al Padre que “no sabía lo que hacía”
cuando era infiel a ti o a mis hermanos los hombres.
SEÑOR, HAZME AMAR PARA QUE SEPA COMPRENDER.

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